Sonia Irene Sáez Afonso, licenciada en Historia del Arte, profesora de Geografía e Historia y doctoranda de la ULPGC.

Todo retrato encierra una historia, la del retrato en sí y la del propio retratado. Hoy concretamente nos vamos a detener en la de José Murphy Meade, cuyo retrato se encuentra en una de las salas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, oculto de la vista de la mayoría de los ciudadanos comunes, y digo esto, porque aunque el ayuntamiento de dicha villa organice visitas para ver sus tesoros, muy pocos canarios a lo largo de su vida realizan estas visitas.

El retrato en cuestión es un óleo sobre lienzo, pintado por el insigne pintor santa crucero, don Gumersindo Robayna y Lazo (1829 – 1898), cuyas dimensiones son de 110 x 80 cm y que en realidad pertenece a los fondos del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Sabemos que fue llevado al ayuntamiento a petición de uno de los alcaldes de Santa Cruz, cuyo nombre, por discreción, no revelaremos en este texto.

Como la mayoría de la gente imagina, normalmente un retrato se hace partiendo de un modelo vivo, pero la peculiaridad de esta creación de Robayna, es que el pintor no conoció en persona al retratado, sino que se cree que utilizó como modelo una miniatura sobre marfil realizada por otro destacado pintor de Tenerife, el portuense, Luis Paulino de la Cruz y Ríos (1776 – 1853), y que actualmente se encuentra en una colección particular.

Comparando el parecido de ambos retratos, no se pueden negar las similitudes, tal vez si acaso, en el de Robayna, podemos apreciar que el retratado aparenta estar algo más avejentado.

En el citado retrato, José Murphy aparece de perfil, delante de un cortinaje verde que hace destacar aún más su figura, vistiendo una elegante casaca oscura de la época y pantalones claros. En su mano izquierda porta un par de guantes y su mano derecha aparece sobre una misiva colocada a su vez sobre una mesa con tapete rojo, elemento que según la doctora en Historia del Arte, doña María Carmen Fraga González, fue un recurso que durante siglos simbolizó poder y autoridad1.

Una vez hechas estas aclaraciones, pasaremos a explicar quién es el personaje en cuestión y cuál es su importancia, para que un pintor que no lo conoció, se aventurara a plasmar su retrato tantos años después.

Pues bien, el retratado es don José Murphy y Meade (1774 –1841), un personaje trascendental para la historia de Santa Cruz de Tenerife.

Era hijo de irlandeses afincados en la isla, y al igual que sus padres, comerciante. Bien educado y conocedor de varias lenguas, dominaba además del español, el inglés y el francés, apareciendo su nombre también en la lista de afiliados a la masonería con la que contaba el Gobierno de la época.

Preocupado por los intereses de su ciudad, acabó ocupando destacados puestos en la política insular y nacional, empezando su carrera política como diputado del Ayuntamiento de Santa Cruz en 1801, del que también sería síndico personero hasta en tres ocasiones (1805, 1819 y 1821). Un año después sería nombrado cónsul del Real Consulado de Canarias, institución en la que volvería a ser nombrado segundo cónsul en 1807; y en 1808, la Junta Suprema Gubernativa de Canarias, lo convertiría en su vocal, dando cinco años después, el salto a la política nacional como diputado provincial de Canarias (1813).

Pero sin duda, el hecho político que le daría un lugar especial en la historia de Santa Cruz, fue su participación como diputado provincial durante el trienio Constitucional (1820 – 1823), consiguiendo para Santa Cruz de Tenerife la capitalidad de las Canarias en 1822, aprobada en el Real Decreto de 27 de enero de 18222.

Poco después de semejante hito para la historia santa crucera, con la reinstauración absolutista, el diputado cayó en desgracia, al ser perseguidos los liberales, teniendo que huir de España y terminando sus días en América.

Respecto a su carácter, poco sabemos, aunque el historiador santa crucero, Marcos Guimerá Peraza (1919 – 2012), describió su semblanza en uno de sus libros como “un hombre inteligente, cultivado, tenaz, mesurado; y, sobre todo, muy hábil para negociar, sabiendo mover con acierto a sus amigos. Su éxito en el asunto de la capitalidad así lo acredita”3.

No sólo Robayna le hizo un retrato póstumo, sino que también el escultor Guzmán Compañ Zamorano (1878 – 1944), por encargo municipal, le hizo una escultura de busto que hoy se encuentra entre los fondos del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

En 2003, también por encargo municipal se encargó al escultor Roberto Barrera Martín una escultura en bronce que se encuentra situada en la Plaza de San Francisco de la capital tinerfeña y que lo representa en actitud triste y decaída, camino del exilio.

Recordamos también que el Ayuntamiento de Santa Cruz le ha dedicado una de las calles del centro de la ciudad, concretamente la que se extiende desde el actual hotel Atlántico hasta el Museo de Bellas Artes de la capital tinerfeña.

Para concluir, queremos manifestar nuestro deseo de que no se olvide la figura de don José Murphy Meade y animar a todos los canarios a visitar estas pequeñas joyas de nuestro tan querido patrimonio cultural.

Sonia Irene Sáez Afonso, licenciada en Historia del Arte, profesora de Geografía e Historia y doctoranda de la ULPGC.

  1. FRAGA GONZÁLEZ, María del Carmen (1993): Gumersindo y Teodomiro Robayna. Santa Cruz de Tenerife, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, p. 40.
  2. Diario de Sesiones, 1822, Legislatura Extraordinaria, tomo III, 1871, Pág. 1780, acta núm. 111. Museo Canario, Hemeroteca.
  3. GUIMERA PERAZA, Marcos (1974): José Murphy (1774 – 18..?). Su vida, su obra, sus incógnitas. Santa Cruz de Tenerife, Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias.